sábado, 2 de abril de 2016

WIAM LAMARTI, alumna premiada en un concurso literario.






Nuestro centro está muy ilusionado por poder felicitar a nuestra alumna de cuarto Wiam Lamarti por ser premiada en el Concurso Jovén  “Declaraciones de Amor 2016” organizado por la Casa de la Cultura de Roquetas de Mar con motivo de la celebración de San Valentín.


Tras quedar finalista en nuestro instituto su carta fue seleccionada para participar  en el concurso de Roquetas y ha conseguido el segundo premio dotado con ciento cincuenta euros.

 Enhorabuena Wiam!!!




 Os dejamos su carta para que podais leer su trabajo premiado.





Recuerdo aquel día, Jueves, otro día más, allí, esperándote en el tren de las siete y diez, como acostumbraba a hacer .En tres estaciones tenía que parar, era un largo camino para hacerlo a diario, pero esa era excusa para tener más tiempo, para charlar, para imaginar, para prometernos cosas que al fin y al cabo nunca lograríamos hacer, para estar juntos, para simplemente amarnos.

El camino era largo y entretenido pero contigo junto a mí la parte de “largo” desaparecía convirtiéndose así en el momento más corto y apacible del día y la parte de “entretenido” crecía y crecía convirtiéndose así en el momento más esperado del día, convirtiéndose el tren en el lugar más agradable, yéndome a la cama cada noche contenta y con alegría, porque al día siguiente iría en tren, te vería. El horario establecido era el siguiente: Primera estación: Subía yo, recuerdo que aquellos diez minutos que separaban la primera de la segunda estación se me hacían interminables, eternos. Segunda estación: Entrabas tú, con aquella sonrisa que me hacía volar, que me hacía flotar, imaginar, con aquella sonrisa que me hacía feliz. Tercera estación: No recuerdo casi nada sobre ella ya que por aquel entonces estábamos tan inmersos en nuestra conversación, en aquellos “te quiero” y “te amo” que nos dedicábamos mutuamente, tan inmersos en nuestro amor que no prestábamos ninguna atención a aquella estación ni a la gente que subía y bajaba del tren. Cuarta estación: Nuestro destino, allí, en ese andén, nos separábamos, tú y yo bajábamos de aquel lugar que nos unía cada  mañana, aquel lugar para el cual éramos unos pasajeros más, pero él para nosotros el sitio más bonito y especial del mundo, el lugar perfecto, el lugar en el que nuestro amor imposible, se convertía en un amor más que posible, en un amor existente, en un amor real, el tren, el único sitio en el que podíamos ser nosotros mismos, ser quienes queríamos ser, y no ser quienes la gente quería que fuésemos; era simplemente, nuestro hogar, estar ahí era como estar en casa, era el “tren”.

Pero aquel día al llegar a la segunda estación, algo pasó, algo ocurrió, aquel día al abrirse las puertas del tren, alcé la mirada que tenía puesta en el vacío, para buscar con mis ojos, tu sonrisa especial, aquella sonrisa que me sacaba otra sonrisa a mí cuando lo necesitaba, aquella sonrisa que me desconcertaba, pero, no la vi, la busqué y la busqué, sin encontrarla, no subiste, no entraste, no apareciste; tu sonrisa ya no me acompañaba. 
Se  volvieron a cerrar las puertas y yo esperando a que todavía subieses tú, el tren se puso en marcha. Me sentí rara, sorprendida, y un escalofrío similar a un manto de preocupación me recorrió el cuerpo y ahí supe, ahí comprendí, que no vendrías. Tantas cosas pasándome por la cabeza en un mismo instante a la vez, tantas preguntas sin respuesta, pues quizá era un día cualquiera para el resto de los pasajeros, para el resto del mundo, pero para mí ,para nosotros, no lo era, era un día especial, era 11 de marzo un día…un día en el que tú y yo cumplíamos algo, pero en ese mismo instante empecé a pensar que para ti no significaba nada ese día, que para ti era un día más, un día cualquiera como el resto de los días. La desesperación me cubría cada vez más, la preocupación se sumaba a ella, la ayudaba y las dos juntas me hundían cada vez un poquito más en un profundo pozo lleno de agua, me hundían tanto, hasta el punto de no poder respirar, de sentir un tremendo dolor en el pecho, en el corazón, en mi corazón robado por ti. Cada vez más preguntas entraban a mi cabeza, ¿le habrá pasado algo? ¿Quizá la gente que hacía nuestro amor imposible fuera, haya descubierto que aquí dentro, en este lugar tan hermoso, es posible y haya hecho algo al respecto? o ¿simplemente lo habrá olvidado? ¿Cómo lo ha podido olvidar? Había tantos quizás tantos porqués, tanta incertidumbre en mi interior, quizá exageraba, pero para una muchacha de 17 años no había nada más importante en el mundo, que el amor de su vida y ese día tan especial con él. Pero ese estado de tristeza y preocupación que me abrazaba, desapareció cuando llegamos a la tercera estación, se abrieron las puertas otra vez y como cada día, como solía hacer, no les dediqué ni una sola mirada, pero esta vez no por estar demasiado entretenida sino por estar demasiado hundida ya al fondo de ese profundo pozo al que me ataba la desesperación. No merecía la pena, ¿quién subiría?, nadie, o al menos nadie para mi, con la mirada sumergida en la oscuridad, en esa ventana viendo pasar a personas corriendo para realizar sus quehaceres, desperté de mi trance, cuando vi, aquellos zapatos de gala que me resultaban cada vez que los veía, más formales y elegantes, aquellos vaqueros negros inconfundibles, cuando fui poco a poco subiendo la mirada y vi aquella camiseta rosada de la que tantas veces me burlé por ser de color de chicas, cuando te vi, cuando te vi a ti. En ese momento un sentimiento que hasta ahora no consigo explicar, ni describir inundó mi corazón y mi alma, quizá sea ese del que tanto hablan, ese tan famoso, ese al que llaman “amor”, y una sonrisa se dibujó en mi cara como un arcoíris después de una tormenta. Eras tú, viniste, te acordaste y recuerdo como si fuese ayer lo que me dijiste, aquellas palabras que utilizaste, aquellas inolvidables palabras que jamás lograré borrar de mi memoria:

-Cielo, siento la demora, pero estaba preparando tu sorpresa, nuestra sorpresa, he venido hasta aquí en bus y he bajado y subido al tren para verte, tenía que verte, tenía que decírtelo, tenía que estar contigo aunque fuese tan poco tiempo, tenía que estar contigo hoy en este día tan especial, necesitaba oírte, ver esa sonrisa, sentir ese brillo tan luminoso en tus ojos, simplemente te necesitaba-.Entonces fue cuando te vi sacar aquellos dos billetes de tren ,que nos llevaban lejos, sigo recordando perfectamente la fecha de partida, ese mismo día, 11 de marzo de 2004, Destino: Barcelona, Hora:10:30.a.m. Sigo recordando cada detalle, por minúsculo que fuese, de ese momento. Y con tu mirada me lo dijiste, lo comprendí todo. Me estabas pidiendo que me fuese contigo, que nos fuésemos juntos,  que nos fugásemos, que pasase el resto de mi vida contigo, todo esto, me lo decía simplemente tu mirada. En ese mismo momento una especie de ilusión, emoción penetró en mí, por fin íbamos a poder vivir, amarnos libremente, por fin nuestro amor se convertiría en un amor posible, nuestro amor saldría de aquel tren, podríamos demostrar al mundo entero que nos queríamos, por fin podríamos gritarlo a los cuatro vientos, podríamos ser tú y yo, siempre, y no solo en ese lugar. Cualquier sitio me bastaba, me era suficiente con estar lejos, lejos de allí y cerca de ti. Me acerqué corriendo a ti, te besé – nuestro primer beso-, mientras sobre mi cara corría una lágrima que mojaba mi piel como la lluvia moja la arena. Y en ese mismo instante sucedió, ocurrió, pasó, algo que hasta día de hoy no logro enlazar con ninguna palabra que pueda lograr decir, describir, o explicar lo que ocurrió, cómo ocurrió. Lo único que  recuerdo desde aquel beso, desde nuestro primer y último beso, fue la oscuridad, fue aquella sensación de alguien queriéndote llevar con ella, alguien con la que es difícil combatir, alguien que una vez que te coge, te agarra y ya no te suelta más, te lleva con ella a ese lugar aún desconocido por  mí, que religiones y filosofías intentan explicar cada día, la“ muerte”, es quién te lleva, pero pude con ella, no me cogió, no me agarró, simplemente me tocó, me rozó. Abrí los ojos sin poder moverme, aquellos ojos que te veían cada día, que brillaban cuando estaban contigo, que cerraba cada noche intentando conciliar el sueño, sin conseguir nunca resultado, debido a que estaban pensando en ti, los abrí, abrí mis ojos. Te vi, ahí, junto a mí, tirado en el suelo, inconsciente, habías perdido dos extremidades, habías perdido aquella sonrisa tuya, entonces fue cuando escuché salir de tus labios, fríos y secos, que apenas hacía unos minutos estaban tibios, suaves y rosados, aquellos labios que me hacían feliz formando aquella sonrisa, que me decían esas palabras bonitas, escuché salir de ellos un “te amo”, el último “te amo” y fue entonces cuando perdiste algo más, la vida. En ese momento mil lágrimas cayeron de mis ojos hasta convertirse la arena en barro, y mil auxilios y gritos mil “te quiero” y” te amo”, salieron de mi boca, de mí. Hoy, 11 de marzo, once años después, lo sigo reviviendo perfectamente igual. Ahora, hecho la mirada atrás, y vuelvo a recordar cada momento, cada segundo, cada detalle de aquel día, siento cada sentimiento otra vez, todo tan real, como si estuviese sucediendo. Y hoy como todos los días de mi vida desde aquella masacre, me siento culpable, culpable de tu muerte, si no fuera por mí, no hubieras subido al tren, para estar en él escasos minutos, hubieras seguido en bus, no hubieras muerto, lo sé, sé que tengo la culpa, -quizá sea ese el motivo por el que me tienen encerrada aquí- pero eso da igual, perdóname, por favor perdóname, no solo por eso, sino porque mientras tú no pensabas en otra cosa que en mí, yo pensaba que lo habías olvidado, que habías menospreciado ese día, que no te importaba, perdóname sangre mía, sé que nunca podré devolverte lo que perdiste, pero sabes que lo siento porque sabes que te quiero. Al final aquel amor nunca llegó a salir de aquel tren. Aquel arcoíris nunca pudo salir, tanto que hasta hoy sigo viviendo en la tormenta, en la tristeza, en la soledad, aunque, quizá no del todo…

Dicen que estoy loca , dirán lo que quieran, pero yo lo sé, yo estoy segura de que se equivocan, de que vienes a verme cada noche con tu camiseta rosada y tus zapatos de gala, y charlas conmigo, yo te veo, te miro, y te hablo y tú me inundas con tus caricias y cada 11 de marzo traes contigo aquellos billetes de tren y me prometes, me juras, que algún 11 de marzo estaremos juntos, que algún 11 de marzo iremos a Barcelona, que algún día haremos esa escapada, que algún día volveremos a ser felices, pero hoy no has venido, no sé el porqué, pero no me importa, yo te sigo esperando y esta vez sé con toda seguridad que no lo has olvidado, que simplemente es algo, algo que te impide estar presente. Confío en ti. Por eso te escribo, porque no estás  aquí, junto a mí. 11 de marzo, un día como hoy te perdí, perdiste la vida, perdiste tu sonrisa, pero hay algo que nunca perdiste, ni perderás, nuestro amor, a mí. Jamás olvides que te quiero, te amo.

  Hospital de Psiquiatría de Madrid, 11 de marzo de 2015.         Seudónimo: Lolita.




No hay comentarios:

Publicar un comentario