Nuestro centro está muy ilusionado por poder felicitar a nuestra alumna de cuarto Wiam Lamarti por ser premiada en el Concurso Jovén “Declaraciones de Amor 2016” organizado por la Casa de la Cultura de Roquetas de Mar con motivo de la celebración de San Valentín.
Tras quedar finalista en nuestro instituto su carta fue seleccionada para participar en el concurso de Roquetas y ha conseguido el segundo premio dotado con ciento cincuenta euros.
Enhorabuena Wiam!!!
Os dejamos su carta para que podais leer su trabajo premiado.
Recuerdo aquel
día, Jueves, otro día más, allí, esperándote en el tren de las siete y diez,
como acostumbraba a hacer .En tres estaciones tenía que parar, era un largo
camino para hacerlo a diario, pero esa era excusa para tener más tiempo, para
charlar, para imaginar, para prometernos cosas que al fin y al cabo nunca
lograríamos hacer, para estar juntos, para simplemente amarnos.
El camino era largo y entretenido pero contigo junto a mí la
parte de “largo” desaparecía convirtiéndose así en el momento más corto y
apacible del día y la parte de “entretenido” crecía y crecía convirtiéndose
así en el momento más esperado del día, convirtiéndose el tren en el lugar
más agradable, yéndome a la cama cada noche contenta y con alegría, porque al
día siguiente iría en tren, te vería. El horario establecido era el
siguiente: Primera estación: Subía yo, recuerdo que aquellos diez minutos que
separaban la primera de la segunda estación se me hacían interminables,
eternos. Segunda estación: Entrabas tú, con aquella sonrisa que me hacía
volar, que me hacía flotar, imaginar, con aquella sonrisa que me hacía feliz.
Tercera estación: No recuerdo casi nada sobre ella ya que por aquel entonces
estábamos tan inmersos en nuestra conversación, en aquellos “te quiero” y “te
amo” que nos dedicábamos mutuamente, tan inmersos en nuestro amor que no
prestábamos ninguna atención a aquella estación ni a la gente que subía y
bajaba del tren. Cuarta estación: Nuestro destino, allí, en ese andén, nos
separábamos, tú y yo bajábamos de aquel lugar que nos unía cada mañana, aquel lugar para el cual éramos
unos pasajeros más, pero él para nosotros el sitio más bonito y especial del
mundo, el lugar perfecto, el lugar en el que nuestro amor imposible, se
convertía en un amor más que posible, en un amor existente, en un amor real,
el tren, el único sitio en el que podíamos ser nosotros mismos, ser quienes
queríamos ser, y no ser quienes la gente quería que fuésemos; era simplemente,
nuestro hogar, estar ahí era como estar en casa, era el “tren”.
Pero aquel día al
llegar a la segunda estación, algo pasó, algo ocurrió, aquel día al abrirse
las puertas del tren, alcé la mirada que tenía puesta en el vacío, para
buscar con mis ojos, tu sonrisa especial, aquella sonrisa que me sacaba otra
sonrisa a mí cuando lo necesitaba, aquella sonrisa que me desconcertaba,
pero, no la vi, la busqué y la busqué, sin encontrarla, no subiste, no
entraste, no apareciste; tu sonrisa ya no me acompañaba.
Se volvieron a cerrar las puertas y yo
esperando a que todavía subieses tú, el tren se puso en marcha. Me sentí
rara, sorprendida, y un escalofrío similar a un manto de preocupación me
recorrió el cuerpo y ahí supe, ahí comprendí, que no vendrías. Tantas cosas
pasándome por la cabeza en un mismo instante a la vez, tantas preguntas sin
respuesta, pues quizá era un día cualquiera para el resto de los pasajeros,
para el resto del mundo, pero para mí ,para nosotros, no lo era, era un día
especial, era 11 de marzo un día…un día en el que tú y yo cumplíamos algo,
pero en ese mismo instante empecé a pensar que para ti no significaba nada
ese día, que para ti era un día más, un día cualquiera como el resto de los
días. La desesperación me cubría cada vez más, la preocupación se sumaba a
ella, la ayudaba y las dos juntas me hundían cada vez un poquito más en un
profundo pozo lleno de agua, me hundían tanto, hasta el punto de no poder
respirar, de sentir un tremendo dolor en el pecho, en el corazón, en mi
corazón robado por ti. Cada vez más preguntas entraban a mi cabeza, ¿le habrá
pasado algo? ¿Quizá la gente que hacía nuestro amor imposible fuera, haya
descubierto que aquí dentro, en este lugar tan hermoso, es posible y haya
hecho algo al respecto? o ¿simplemente lo habrá olvidado? ¿Cómo lo ha podido
olvidar? Había tantos quizás tantos porqués, tanta incertidumbre en mi
interior, quizá exageraba, pero para una muchacha de 17 años no había nada
más importante en el mundo, que el amor de su vida y ese día tan especial con
él. Pero ese estado de tristeza y preocupación que me abrazaba, desapareció
cuando llegamos a la tercera estación, se abrieron las puertas otra vez y
como cada día, como solía hacer, no les dediqué ni una sola mirada, pero esta
vez no por estar demasiado entretenida sino por estar demasiado hundida ya al
fondo de ese profundo pozo al que me ataba la desesperación. No merecía la
pena, ¿quién subiría?, nadie, o al menos nadie para mi, con la mirada
sumergida en la oscuridad, en esa ventana viendo pasar a personas corriendo
para realizar sus quehaceres, desperté de mi trance, cuando vi, aquellos
zapatos de gala que me resultaban cada vez que los veía, más formales y
elegantes, aquellos vaqueros negros inconfundibles, cuando fui poco a poco
subiendo la mirada y vi aquella camiseta rosada de la que tantas veces me
burlé por ser de color de chicas, cuando te vi, cuando te vi a ti. En ese
momento un sentimiento que hasta ahora no consigo explicar, ni describir
inundó mi corazón y mi alma, quizá sea ese del que tanto hablan, ese tan
famoso, ese al que llaman “amor”, y una sonrisa se dibujó en mi cara como un
arcoíris después de una tormenta. Eras tú, viniste, te acordaste y recuerdo
como si fuese ayer lo que me dijiste, aquellas palabras que utilizaste,
aquellas inolvidables palabras que jamás lograré borrar de mi memoria:
-Cielo, siento la
demora, pero estaba preparando tu sorpresa, nuestra sorpresa, he venido hasta
aquí en bus y he bajado y subido al tren para verte, tenía que verte, tenía
que decírtelo, tenía que estar contigo aunque fuese tan poco tiempo, tenía
que estar contigo hoy en este día tan especial, necesitaba oírte, ver esa
sonrisa, sentir ese brillo tan luminoso en tus ojos, simplemente te
necesitaba-.Entonces fue cuando te vi sacar aquellos dos billetes de tren ,que
nos llevaban lejos, sigo recordando perfectamente la fecha de partida, ese
mismo día, 11 de marzo de 2004, Destino: Barcelona, Hora:10:30.a.m. Sigo
recordando cada detalle, por minúsculo que fuese, de ese momento. Y con tu
mirada me lo dijiste, lo comprendí todo. Me estabas pidiendo que me fuese
contigo, que nos fuésemos juntos, que
nos fugásemos, que pasase el resto de mi vida contigo, todo esto, me lo decía
simplemente tu mirada. En ese mismo momento una especie de ilusión, emoción
penetró en mí, por fin íbamos a poder vivir, amarnos libremente, por fin
nuestro amor se convertiría en un amor posible, nuestro amor saldría de aquel
tren, podríamos demostrar al mundo entero que nos queríamos, por fin podríamos
gritarlo a los cuatro vientos, podríamos ser tú y yo, siempre, y no solo en
ese lugar. Cualquier sitio me bastaba, me era suficiente con estar lejos,
lejos de allí y cerca de ti. Me acerqué corriendo a ti, te besé – nuestro
primer beso-, mientras sobre mi cara corría una lágrima que mojaba mi piel
como la lluvia moja la arena. Y en ese mismo instante sucedió, ocurrió, pasó,
algo que hasta día de hoy no logro enlazar con ninguna palabra que pueda
lograr decir, describir, o explicar lo que ocurrió, cómo ocurrió. Lo único
que recuerdo desde aquel beso, desde
nuestro primer y último beso, fue la oscuridad, fue aquella sensación de
alguien queriéndote llevar con ella, alguien con la que es difícil combatir,
alguien que una vez que te coge, te agarra y ya no te suelta más, te lleva
con ella a ese lugar aún desconocido por mí, que religiones y filosofías intentan
explicar cada día, la“ muerte”, es quién te lleva, pero pude con ella, no me
cogió, no me agarró, simplemente me tocó, me rozó. Abrí los ojos sin poder
moverme, aquellos ojos que te veían cada día, que brillaban cuando estaban
contigo, que cerraba cada noche intentando conciliar el sueño, sin conseguir
nunca resultado, debido a que estaban pensando en ti, los abrí, abrí mis
ojos. Te vi, ahí, junto a mí, tirado en el suelo, inconsciente, habías perdido
dos extremidades, habías perdido aquella sonrisa tuya, entonces fue cuando
escuché salir de tus labios, fríos y secos, que apenas hacía unos minutos
estaban tibios, suaves y rosados, aquellos labios que me hacían feliz
formando aquella sonrisa, que me decían esas palabras bonitas, escuché salir
de ellos un “te amo”, el último “te amo” y fue entonces cuando perdiste algo
más, la vida. En ese momento mil lágrimas cayeron de mis ojos hasta
convertirse la arena en barro, y mil auxilios y gritos mil “te quiero” y” te
amo”, salieron de mi boca, de mí. Hoy, 11 de marzo, once años después, lo
sigo reviviendo perfectamente igual. Ahora, hecho la mirada atrás, y vuelvo a
recordar cada momento, cada segundo, cada detalle de aquel día, siento cada
sentimiento otra vez, todo tan real, como si estuviese sucediendo. Y hoy como
todos los días de mi vida desde aquella masacre, me siento culpable, culpable
de tu muerte, si no fuera por mí, no hubieras subido al tren, para estar en
él escasos minutos, hubieras seguido en bus, no hubieras muerto, lo sé, sé
que tengo la culpa, -quizá sea ese el motivo por el que me tienen encerrada
aquí- pero eso da igual, perdóname, por favor perdóname, no solo por eso,
sino porque mientras tú no pensabas en otra cosa que en mí, yo pensaba que lo
habías olvidado, que habías menospreciado ese día, que no te importaba,
perdóname sangre mía, sé que nunca podré devolverte lo que perdiste, pero
sabes que lo siento porque sabes que te quiero. Al final aquel amor nunca
llegó a salir de aquel tren. Aquel arcoíris nunca pudo salir, tanto que hasta
hoy sigo viviendo en la tormenta, en la tristeza, en la soledad, aunque,
quizá no del todo…
Dicen que estoy
loca , dirán lo que quieran, pero yo lo sé, yo estoy segura de que se
equivocan, de que vienes a verme cada noche con tu camiseta rosada y tus
zapatos de gala, y charlas conmigo, yo te veo, te miro, y te hablo y tú me
inundas con tus caricias y cada 11 de marzo traes contigo aquellos billetes
de tren y me prometes, me juras, que algún 11 de marzo estaremos juntos, que
algún 11 de marzo iremos a Barcelona, que algún día haremos esa escapada, que
algún día volveremos a ser felices, pero hoy no has venido, no sé el porqué,
pero no me importa, yo te sigo esperando y esta vez sé con toda seguridad que
no lo has olvidado, que simplemente es algo, algo que te impide estar
presente. Confío en ti. Por eso te escribo, porque no estás aquí, junto a mí. 11 de marzo, un día como
hoy te perdí, perdiste la vida, perdiste tu sonrisa, pero hay algo que nunca
perdiste, ni perderás, nuestro amor, a mí. Jamás olvides que te quiero, te
amo.
Hospital de Psiquiatría
de Madrid, 11 de marzo de 2015.
Seudónimo: Lolita.
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